domingo, 15 de julio de 2012

Hace un mes...justo un mes.


El día transcurría con tranquilidad. Nada raro me hizo sospechar lo que estaba a punto de vivir unas horas después aquel 15 de Junio.

Pocos días antes había sido mi cumpleaños. Un cumpleaños muy distinto al que había vivido años atrás, aunque a decir verdad todos los cumpleaños tienen su toque especial. ¿Pero éste? Os puedo asegurar que éste mas. Y en todos los aspectos, tanto para bien como para mal.

Eran las 00.00 del día 12 de Junio cuando empezaron a llegar mis primeras felicitaciones y precisamente fueron las dos primeras las que más me emocionaron. El contenido de aquellos dos mensajes, cada uno por separado, hicieron que empezara mis 23 cumpleaños llorando. Pero esta vez las lágrimas no eran de dolor, como meses atrás. Por primera vez, en este año sentí el cariño que había necesitado durante estos  meses atrás, pues no han sido nada fáciles para mí. Luego llegaron felicitaciones sucesivas de gente que quiero, de gente no tan cercana, de amigos, de conocidos y de gente que me felicitó por primera vez sabiendo que no sería la última. Definitivamente no era un cumpleaños cualquiera. Eran mis 23 primaveras.

El resto del día transcurrió tranquilo, como cada año, mi gente está estudiando y yo también, y poco se puede hacer. Por tanto la celebración quedaría aplazada hasta el fin de semana, en la que saldría de fiesta. Soplé las velas en compañía de mi familia y mi mejor amiga (ella pase lo que pase nunca falla) y de esta manera terminaría ese día especial para mí. Un día tranquilo sin mas.

Llegó viernes 15, un día cualquiera si no fuera por lo que viviría por la tarde justo antes de salir. Era la celebración de mi cumpleaños, y saldría de fiesta. Así que como cada noche que salgo me fui a casa de ella, mi mejor amiga y vecina, a peinarme y a charlar un rato. Cuando yo salí de casa, simplemente se encontraban en ella mis padres y mi hermana.
Terminada la sesión de peluquería, me fui a casa para terminar de arreglarme. Ella, venia conmigo, nada me hacía sospechar lo que habría detrás de esa puerta. La abrí y la verdad lo único que recuerdo fue ver mucha gente (pero no me fije en quien), y una tarta con las velas encendidas, debía volver a soplar 23, ¡pero esta vez muy bien acompañada! Ella, cabeza pensante de la sorpresa, me la jugó, como meses atrás yo se lo había jugado a ella. Me preparó una fiesta sorpresa, una fiesta que jamás olvidaré, sobre todo porque ha supuesto un cambio muy importante para mí. Era hora de disfrutar, y sonreír, ser yo, olvidándome de preocupaciones y hechos que hasta el momento solo me habían hecho daño.

Soplé las velas, fui a cambiarme de ropa porque mis pintas no eran decentes (las suyas fueron parecidas) y cuando volví, entonces empecé a darme cuenta de todo que había montado. La casa estaba llena de globos, felicitaciones, regalos, gente, etc. Como si no fuera poco, tenía una amiga al teléfono desde Jaca (Huesca), y a un amigo al que adoro por Cam. Todos a la vez, estuvieran físicamente presentes o no, querían ser participes de ese momento conmigo y no podía hacer otra cosa que volver a llorar de alegría. Aquellas personas reunidas allí y otras que no lo estuvieron, son mi motor en el día a día. Fueron esas personas las que me hicieron comprender que lo bonito de un cumpleaños no es cumplir años, sino darse cuenta de las personas que realmente forman parte de tu vida. A todos os doy las GRACIAS. Gracias por haberme hecho tan feliz.

Ella, mi mejor amiga, y de nombre Vanesa, se las apañó para juntar a todas mis amistades posibles (otras no pudieron asisti). Y sé que no fue fácil, puesto que no tienen nada que ver unas amistades con otras. Las reunió una por una, hasta conseguir lo que consiguió, que mi 23 cumpleaños no fuera un cumpleaños cualquiera. Gracias por hacer lo Imposible, POSIBLE. A ti, que desde hace 6 años eres esa alma gemela que ve a través de mi, que vive a través de mi, y que disfruta haciéndome feliz. GRACIAS.

Hoy, justo un mes después de esa fiesta, quiero que sepáis porque me hicisteis el doble de feliz.

Aquel día comprendí que las personas van y vienen en tu vida. Que muy pocas son permanentes y que muchas son pasajeras. Que personas por las que pondrías la mano en el fuego, te dan la espalda de la manera más descarada y dolorosa posible. Personas por las que has dado todo, tu tiempo, tus ganas, tus risas, tus lágrimas, TODO se vuelven ciegos ante otras personas, y aunque intentas por todos los medios, poner remedio, no quieren y prefieren las distancias. Si, personas importantes en mi vida a las que eché en falta este cumpleaños, pero que si no están en él no fue precisamente porque yo me opuse, sino porque el corazón lo tienen más duro de lo que ellos mismos se imaginan, el odio y el rencor les impide ver más allá. Y es triste y duro a la vez, solo yo sé lo que he tenido que aguantar estos meses, callar y tragar ¿por qué? Porque había muchas personas en medio, personas que quiero con locura, y que por nada del mundo quiero verlas sufrir, aunque irremediablemente se han visto afectadas. Pero YA NO MÁS. SE ACABÓ.

Ese cumpleaños me recordó algo que mi mente había olvidado. Ser feliz. Ser feliz depende de uno mismo, dependía de mí quedarme estancada en ese dolor o seguir adelante. Atrás queda ba todo cuanto me hizo daño. Ese 15 de Junio, decidí que debía cambiar la mentalidad con la que llevaba meses atrás y dejar pasar el tiempo. Todos cuantos me querían acudieron a esa fiesta de cumpleaños y los que por motivos justificados no acudieron, me abrieron las puertas a sonreír de nuevo.

Así di comienzo a mi particular 2012. ¿Y qué mejor comienzo que cumpliendo 23 cumpleaños? Hay decisiones que deben tomarse por muy duras que sean. Y yo decidí apartarme de todo lo que me hacia sufrir, aunque precisamente eso doliera.

Un mes después, he decir que la tranquilidad llegó a mí. Y sobre todo que el tiempo es el mejor aliado para calmar las cosas y dejarlas pasar. Aun si, la esperanza es lo último que perderé.

Hoy, toca SER FELIZ.



Gracias a todos aquellos que los días
 12 y 15 de Junio formaron 
parte de mi felicidad.

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