El día transcurría con
tranquilidad. Nada raro me hizo sospechar lo que estaba a punto de vivir unas
horas después aquel 15 de Junio.
Pocos días antes había sido mi
cumpleaños. Un cumpleaños muy distinto al que había vivido años atrás, aunque a
decir verdad todos los cumpleaños tienen su toque especial. ¿Pero éste? Os
puedo asegurar que éste mas. Y en todos los aspectos, tanto para bien como para
mal.
Eran las 00.00 del día 12 de
Junio cuando empezaron a llegar mis primeras felicitaciones y precisamente
fueron las dos primeras las que más me emocionaron. El contenido de aquellos
dos mensajes, cada uno por separado, hicieron que empezara mis 23 cumpleaños
llorando. Pero esta vez las lágrimas no eran de dolor, como meses atrás. Por
primera vez, en este año sentí el cariño que había necesitado durante estos meses atrás, pues no han sido nada fáciles
para mí. Luego llegaron felicitaciones sucesivas de gente que quiero, de gente no
tan cercana, de amigos, de conocidos y de gente que me felicitó por primera vez
sabiendo que no sería la última. Definitivamente no era un cumpleaños
cualquiera. Eran mis 23 primaveras.
El resto del día transcurrió
tranquilo, como cada año, mi gente está estudiando y yo también, y poco se
puede hacer. Por tanto la celebración quedaría aplazada hasta el fin de semana,
en la que saldría de fiesta. Soplé las velas en compañía de mi familia y mi
mejor amiga (ella pase lo que pase nunca falla) y de esta manera terminaría ese
día especial para mí. Un día tranquilo sin mas.
Llegó viernes 15, un día
cualquiera si no fuera por lo que viviría por la tarde justo antes de salir.
Era la celebración de mi cumpleaños, y saldría de fiesta. Así que como cada
noche que salgo me fui a casa de ella, mi mejor amiga y vecina, a peinarme y a
charlar un rato. Cuando yo salí de casa, simplemente se encontraban en ella mis
padres y mi hermana.
Terminada la sesión de
peluquería, me fui a casa para terminar de arreglarme. Ella, venia conmigo,
nada me hacía sospechar lo que habría detrás de esa puerta. La abrí y la verdad
lo único que recuerdo fue ver mucha gente (pero no me fije en quien), y una
tarta con las velas encendidas, debía volver a soplar 23, ¡pero esta vez muy
bien acompañada! Ella, cabeza pensante de la sorpresa, me la jugó, como meses
atrás yo se lo había jugado a ella. Me preparó una fiesta sorpresa, una fiesta que
jamás olvidaré, sobre todo porque ha supuesto un cambio muy importante para mí.
Era hora de disfrutar, y sonreír, ser yo, olvidándome de preocupaciones y
hechos que hasta el momento solo me habían hecho daño.
Soplé las velas, fui a
cambiarme de ropa porque mis pintas no eran decentes (las suyas fueron
parecidas) y cuando volví, entonces empecé a darme cuenta de todo que había
montado. La casa estaba llena de globos, felicitaciones, regalos, gente, etc. Como
si no fuera poco, tenía una amiga al teléfono desde Jaca (Huesca), y a un amigo
al que adoro por Cam. Todos a la vez, estuvieran físicamente presentes o no,
querían ser participes de ese momento conmigo y no podía hacer otra cosa que
volver a llorar de alegría. Aquellas personas reunidas allí y otras que no lo
estuvieron, son mi motor en el día a día. Fueron esas personas las que me
hicieron comprender que lo bonito de un cumpleaños no es cumplir años, sino
darse cuenta de las personas que realmente forman parte de tu vida. A todos os
doy las GRACIAS. Gracias por haberme hecho tan feliz.
Ella, mi mejor amiga, y de
nombre Vanesa, se las apañó para juntar a todas mis amistades posibles (otras
no pudieron asisti). Y sé que no fue fácil, puesto que no tienen nada que ver
unas amistades con otras. Las reunió una por una, hasta conseguir lo que
consiguió, que mi 23 cumpleaños no fuera un cumpleaños cualquiera. Gracias por
hacer lo Imposible, POSIBLE. A ti, que desde hace 6 años eres esa alma gemela
que ve a través de mi, que vive a través de mi, y que disfruta haciéndome
feliz. GRACIAS.
Hoy, justo un mes después de
esa fiesta, quiero que sepáis porque me hicisteis el doble de feliz.
Aquel día comprendí que las
personas van y vienen en tu vida. Que muy pocas son permanentes y que muchas
son pasajeras. Que personas por las que pondrías la mano en el fuego, te dan la
espalda de la manera más descarada y dolorosa posible. Personas por las que has
dado todo, tu tiempo, tus ganas, tus risas, tus lágrimas, TODO se vuelven
ciegos ante otras personas, y aunque intentas por todos los medios, poner
remedio, no quieren y prefieren las distancias. Si, personas importantes en mi
vida a las que eché en falta este cumpleaños, pero que si no están en él no fue
precisamente porque yo me opuse, sino porque el corazón lo tienen más duro de lo
que ellos mismos se imaginan, el odio y el rencor les impide ver más allá. Y es
triste y duro a la vez, solo yo sé lo que he tenido que aguantar estos meses,
callar y tragar ¿por qué? Porque había muchas personas en medio, personas que
quiero con locura, y que por nada del mundo quiero verlas sufrir, aunque
irremediablemente se han visto afectadas. Pero YA NO MÁS. SE ACABÓ.
Ese cumpleaños me recordó algo
que mi mente había olvidado. Ser feliz. Ser feliz depende de uno mismo, dependía
de mí quedarme estancada en ese dolor o seguir adelante. Atrás queda ba todo
cuanto me hizo daño. Ese 15 de Junio, decidí que debía cambiar la mentalidad
con la que llevaba meses atrás y dejar pasar el tiempo. Todos cuantos me querían
acudieron a esa fiesta de cumpleaños y los que por motivos justificados no
acudieron, me abrieron las puertas a sonreír de nuevo.
Así di comienzo a mi
particular 2012. ¿Y qué mejor comienzo que cumpliendo 23 cumpleaños? Hay
decisiones que deben tomarse por muy duras que sean. Y yo decidí apartarme de
todo lo que me hacia sufrir, aunque precisamente eso doliera.
Un mes después, he decir que
la tranquilidad llegó a mí. Y sobre todo que el tiempo es el mejor aliado para
calmar las cosas y dejarlas pasar. Aun si, la esperanza es lo último que
perderé.
Hoy, toca SER FELIZ.
Gracias a todos aquellos que
los días
12 y 15 de Junio formaron
parte de mi felicidad.