martes, 12 de junio de 2012

There You'll Be


365 días al año y fuimos a nacer justo el mismo día ¿Casualidad? Quien sabe… La verdad es que ni siquiera sé por dónde empezar, ni que decirte. Ha pasado tanto tiempo…

En mi memoria recuerdo aun aquella mañana de mayo en la que me dieron la triste noticia. En mis oídos retumbaron aquellas siete palabras que jamás quise escuchar: “Se ha ido para siempre. Murió anoche.” Apenas contaba con once años de edad, cuando aquella noticia recorrió mi cuerpo de tal manera, que caí en la cama como aquel que se desploma en el suelo al desmallarse. Era imposible que no volviese a verte, que no te viera una última vez, y sobre todo que no volviera a ver aquello que tan feliz me hacía a mí: tu dulce sonrisa. Porque si algo heredé de ti, fue precisamente el sonreír. Pero aquel día cambie la sonrisa por el llanto.  Lloré, lloré hasta que las lágrimas consiguieron agotarme y caer rendida en la cama casi 48h después. Por primera vez en mi corta vida experimenté que era el verdadero dolor.

De ojos claros y mirada profunda. Así eras. Persona fuerte, luchadora y el mejor maestro de vida que tuve. Fuiste tú quien me enseñó a caminar, a caerme y a levantarme, pues detrás de cada caída siempre hallaba tu mano, tu mirada y tu sonrisa. Pasábamos tantas horas juntos que a día de hoy aun lo recuerdo todo de ti. Me encantaba tenerte tan cerca de casa, ir a visitarte, y quedarme hasta tarde en aquella casa que ahora añoro y que miro con tristeza cada vez que paso por ella. 

Luego empezaron los problemas. Yo tenía nueve años de edad y lo recuerdo tan bien, porque fui a visitarte vestida de comunión al hospital. Me hiciste mucha falta aquel día, y tu ausencia quedó grabada para siempre en mí.  Cuando iba a visitarte te miraba y pensaba por qué pasabas tanto tiempo allí, por qué lograbas curarte de una cosa, y al poco tiempo volvías a enfermar de otra. No veía, que poco a poco te estabas marchando, que tu cuerpo ya no respondía y que tú no tardarías en dejarnos.

Aquella noche, mientras yo dormía plácidamente ajena a todo lo que pasaba en esa habitación de hospital, tu corazón decidió que ya era hora de parar y descansar. Un infarto acabó con tu vida una madrugada de mayo llevándose contigo una parte de nosotros. Una parte de mí. Solo catorce días después seria tu cumpleaños, nuestro cumpleaños y el primero que pasaría sin ti. Fue tan duro, que ni siquiera sabría cómo explicarte lo aquel día de junio sentí.

Ya son doce los cumpleaños que he celebrado en tu ausencia, aunque no ha pasado ni uno solo en el que no me haya acordado de ti. En su día, asumí que no volverías a mi lado, pero me prometí que en esta fecha tan señalada para los dos estarías más presente que nunca. Me prometí que serias mi primer y último pensamiento del día, e imaginaria que allí donde estés estarías celebrando este dia conmigo, y sobre todo cuidando y protegiendo que no se perdiera en mi esa sonrisa que me regalaste de por vida.

Hoy cumplo 23 años, y soy feliz con lo que tengo. Tengo todo cuanto tú me enseñaste a valorar. Una familia que me quiere, unas amistades que adoro y un futuro por delante. No puedo pedir más. Solo espero y deseo que allí donde estés ahora mismo, seas muy feliz.

Algún día nos volveremos a ver, pero aun no es el momento.

Hoy, yo soplaré las velas por los dos.


Feliz Cumpleaños abuelo.
Te quiero.


There You'll Be

domingo, 3 de junio de 2012

Miedo.


¿Cuántos tipos de miedo hay?  Miedo a morir, miedo a soñar, miedo a vivir, miedo a amar, miedo a sufrir, miedo a la soledad…

Soledad… ¿Cuántos de nosotros no ha sentido miedo a quedarse sol@ tras una ruptura? ¿Miedo a que la soledad le invada de por vida? ¿A que no encuentre a esa persona que pase el resto de sus días a su lado? ¿Cuántos han tenido miedo a no reponerse y han pensado que esa persona era la ideal para él/ella y luego no ha resultado ser así?

Inconscientemente todos en algún momento de nuestra vida nos hemos hecho alguna de esas preguntas.  La soledad no es mala o al menos no debería ser una palabra que asuste. Que imponga. Sentirse solo, solamente dependerá de uno mismo y de la capacidad que se tenga para reponerse de las situaciones que crean un vacio interior. Tendemos a creer que los huecos dejados por ciertas personas nunca se van a llenar. Que nunca encontraremos la manera de curar esa herida.

Y no importa si un amor dura años, meses, semanas, horas o instantes. El vacio que puede dejar, puede ser igual de grande en cualquiera de los casos. Cada amor tiene su propia intensidad y su propia historia. Pero cuando esa persona decide irse de tu lado por el motivo que sea, debemos ser lo suficientemente capaces de dejarla ir. Aunque duela. Aunque desgarre por dentro y se lleve consigo cada parte de ti. Aunque llores cada minuto del día. Aunque en ese momento sientas que ya nada tiene sentido. Pero no olvidéis que todo dolor es pasajero, y que dure más o dure menos solo depende de las ganas que tengais de reír frente a las de llorar y las de ser feliz frente a las de sufrir.Aunque no creáis que por decir esto no está permitido llorar, que lo está. Solo digo, que debemos saber cuándo parar.

Yo aprendí a llorar por dentro y a sonreír por fuera. Aprendí a reponerme de amores imposibles y evitar lágrimas innecesarias. Aprendí a no odiar y a saber perdonar. Aprendí a dejar pasar el tiempo y a dejar que las heridas cicatrizasen solas. Aprendí a quedarme con lo bonito de cada historia y a alegrarme cuando lo recuerdo. Pero también aprendí que sola tampoco se está mal, que cuando la persona adecuada tenga que venir, vendrá. Pues la soledad no es más que un sentimiento pasajero que permanecerá en tu vida el tiempo justo para que te des cuenta de que darse tiempo a uno mismo también es necesario.

Dicen que debemos vivir, caer y volvernos a levantar pero lo que realmente  es necesario, es hacer frente a los problemas en vez de huir de ellos. Y no tener miedo sería un buen comienzo ¿no creéis?

Con respecto a mí, en su día pensé que moriría cuando llegase el día, ¿para qué voy a tener miedo a algo que nunca sabré cuándo ocurrirá? Es por eso que decidí reducir mis posibilidades a soñar, disfrutar, vivir y AMAR.

En especial a AMAR…. Porque cuando se AMA… NO HAY MIEDO que pueda detener ese sentimiento. 


sábado, 2 de junio de 2012

Intocable


En primer lugar dale el play, luego lee.



Siempre he dicho que hay películas y películas. Películas que nos hacen reír, llorar o reír y llorar a la vez. Películas que nos hacen sufrir desde el principio hasta el final. Películas que nos dan miedo y a pesar de todo aguantamos como valientes hasta el final. Películas que nos divierten o películas que nos duermen. Películas en las que te identificas o piensas que son fiel reflejo de tu realidad. Películas que te enamoran o películas que sabes que jamás volverás a ver. Películas que te entristecen o películas que te alegran el día. Películas que apasionan o películas indiferentes. Películas en blanco y negro o películas a color. Películas habladas o películas mudas. Películas que recordaras o películas que olvidaras. Películas famosas o películas desconocidas. Películas de cine o películas de un domingo cualquiera. Películas que recomendaras o películas que criticaras. Películas que solo podrás ver una vez. Películas cuyo título te recordaran un momento determinado o un tiempo pasado. Películas que harán que recuerdes a una persona especial o la odies. Películas que te harán reflexionar. Sobre todo REFLEXIONAR, ¿Quién no ha salido del cine pensando “me ha encantado”, “pues no me he enterado de nada”, y así una larga lista de pensamientos y emociones? Estoy convencida de que en menor o mayor medida las películas crean un antes y un después en nosotros aunque sea tan pequeño el cambio que la mayoría de las veces pasa desapercibido.

¿Pero qué pasa cuando una misma película te hace reir, llorar, entristecerte, alegrarte y reflexionar a la vez? ¿Qué se puede sentir?

A veces vemos la felicidad pasar delante de nosotros mismos, y la dejamos pasar en vez de aferrarla con fuerza.

No todo es INTOCABLE. Solo es cuestión de palpar, sentir y dejarse llevar.


EL VALOR DE LA VIDA



Os invito a tomar asiento y disfrutar de una de las mejores películas que he visto.